Situado en el corazón de la ciudad, a pocos pasos de los canales, el Pand Hotel se revela con todo su encanto en una mansión típica del siglo XVIII.
Fue la familia Vanhaecke, que muy enamorada de las antigüedades y las obras de arte, busca compartir su pasión con los huéspedes, en medio de un ambiente elegante, cómodo y agradable. Esta casa antigua se ha transformado en todo un hotel boutique, con una interpretación delicada y hábil de cada espacio.
Los huéspedes pueden ir a relajarse en la chimenea, recorrer las paredes con sus paneles de pino y suelos de madera, que dan a los salones una singular elegancia, muy típica de una casa inglesa, con cientos de libros antiguos, maletas Louis Vuitton, viejas obras enmarcadas, coleccionables decorativos y un bar decorado con tonos oscuros y berenjenas, que se luce entre los muebles caoba y los sofás de cuero iluminados.
Las 26 habitaciones han sido decoradas individualmente y ofrecen toda la modernidad que se merece el viajero de hoy. Las Suites Junior tienen impresionantes tapices Raph Lauren, jacuzzi y una amplia variedad de productos para el cuidado del cuerpo.
El desayuno se sirve con copas de champán, en medio de manteles de lino y cubiertos de plata. Todo lo que se prepara allí, tiene algo especial, originario, típico y sin igual.
Más que lujo, aquí lo que hay es una personalización de ambientes excesiva, que brinda una sensación de sorpresa a quienes menos se la esperan, mezclando intimidad y comodidad.
Vía: thepandhotel